Hasta ahora, la eHealth sólo había asomado tímidamente la patita en algunos servicios de salud privados y en forma de apps específicas que acompañan a algunos seguros de salud. Pero la cosa ha tenido que cambiar por la fuerza con la llegada a nuestras vidas, quién sabe por cuánto tiempo, de la pandemia de COVID-19 y cambiará más en el futuro cercano, tanto en la medicina comunitaria o de familia como en las especialidades y en el triaje de urgencias. Casi de un día para otro, las consultas se han convertido en teleconsultas, los hospitales se han puesto patas arriba y las medidas de confinamiento y distanciamiento social han hecho que todos busquemos primero asistencia médica a distancia, dejando las visitas presenciales para cuando no hay otro remedio.
Definamos bien qué es la eHealth
Se trata, básicamente, de la prestación de asistencia sanitaria, fundamentalmente en el diagnóstico y la monitorización de las condiciones de salud del paciente, de forma remota utilizando sensores que el paciente puede tener en dispositivos electrónicos o que estén integrados en wearables como relojes o la propia ropa.
También se incluye en el concepto la parte que ahora mismo está más desarrollada de la eHealth: la consulta telemática con un médico. Este último aspecto es el que las compañías privadas de seguros de salud ya tienen en marcha a través de distintas apps. La app específica para el autodiagnóstico de los posibles síntomas de COVID-19 creada por el Ministerio de Sanidad también se engloba en esta categoría, al igual que las futuras apps de seguimiento de casos que, con toda seguridad, se van a implantar a nivel global después de la experiencia en países como Corea del Sur.
Qué estamos aprendiendo de la pandemia de COVID-19 y por qué acelerará la implantación de la eHealth
La pandemia del coronavirus ha levantado la alfombra de las debilidades globales de los sistemas de salud. Ninguno, ni siquiera en los países más desarrollados, estaba preparado y han tenido que improvisar sobre la marcha. Se podrá discutir sobre quién tomó medidas antes o después (ni se nos ocurre abrir semejante melón), pero lo importante es qué conclusiones futuras se pueden sacar de todo esto. Y la eHealth aparece como una poderosa herramienta para aligerar la carga de trabajo presencial y dotar de una capacidad de respuesta más rápida y flexible a todo el sistema sanitario, sea público o privado. Los médicos de familia están atendiendo mayoritariamente por teléfono, porque son plenamente conscientes de que en medio de una epidemia concentrar a un montón de gente en una sala de espera de un centro de salud es una mala idea. Imaginaos si tuvieran herramientas tecnológicas para la teleconsulta.
Otra lección importante que nos va a dejar la pandemia en lo relativo a los sistemas sanitarios es la relativa a la atención médica urgente, otro de los aspectos en los que la eHealth tiene mucho que decir. El miedo al coronavirus nos ha dejado imágenes inéditas: salas de espera vacías en las áreas de Urgencias de los hospitales y una caída sin precedentes en las personas que acuden a ellas por causas no relacionadas con la COVID-19. Los expertos en el tema indican que el miedo hace que los pacientes no acudan a Urgencias si no se sienten realmente mal (lo cual no es bueno en, por ejemplo, una patología cardíaca) pero sobre todo, deja al descubierto que sobrecargamos innecesariamente los servicios de Urgencias con casos que en realidad no son tan urgentes. Obviamente esto tiene también causas relacionadas con la organización y los recursos técnicos y humanos de los propios sistemas de salud, de sobra conocidas y en las que no voy a entrar aquí, pero la eHealth puede ayudar, y mucho, a aliviar ese panorama y que realmente dejemos las Urgencias para los casos que precisan atención hospitalaria. Si podemos obtener ayuda médica las 24 horas cuando la necesitemos de forma remota, no será necesario desplazarnos a Urgencias si el médico no nos indica que lo hagamos.
Y la última lección: En caso de enfermedades infecciosas, el paciente podría ser diagnosticado y monitorizado a distancia, llevando a hospitalización a los casos que realmente lo precisen y evitando que el personal sanitario, tanto en hospital como en Atención Primaria, se exponga innecesariamente a muchos contagios que podrían ser perfectamente evitables.
Por qué la eHealth es la respuesta más rápida
Si en algo están de acuerdo todos los analistas es en que la pandemia de COVID-19 va a obligar a los gobiernos a modificar muchas cosas en el sistema sanitario. Del mismo modo que la actual sanidad universal es hija de la «Gripe Española» y de la II Guerra Mundial, esta pandemia va a suponer un cambio en la asistencia sanitaria, con más medios y más recursos. Acostumbrémonos a la teleconsulta a distancia, por lo menos la primera consulta, porque se va a convertir en norma.
En cuanto a los seguros de salud, es una vía que les permitirá ofrecer nuevas prestaciones a la persona asegurada, tanto en la medicina terapéutica como en la preventiva. Algunas compañías ya bonifican la prima a aquellas personas que hacen ejercicio a diario como caminar o correr, algo que puede ser monitorizado vía app móvil y GPS. Pero esto no es más que el principio de una auténtica revolución en el ámbito de la salud.
Es necesario que, al igual que muchas empresas han caído del árbol y han descubierto que el teletrabajo sale rentable, tanto pacientes como personal médico nos concienciemos de que disponemos de herramientas para realizar un diagnóstico e incluso recibir ciertos tratamientos o terapias sin necesidad de que haya una consulta presencial. Disponemos ya de dispositivos con cámaras de increíble resolución, modo macro e iluminación propia (lo llevas en el bolsillo y se llama «móvil»). Obviamente, la eHealth no va de que nos autodiagnostiquemos con el “doctor Google” (la pesadilla de cualquier médico) sino, sobre todo, de dos aspectos básicos:
a) Diagnóstico y triaje. Mediante el uso de la teleconsulta ,de sensores wearables y de dispositivos conectados como, por ejemplo, un tensiómetro para medir la presión arterial un pulsioxímetro conectado o un monitor cardíaco, el médico podría hablar con el paciente por videoconferencia y recibir en tiempo real sus constantes vitales más importantes, bien para emitir un primer diagnóstico y prescribir medicación si se trata de algo leve o bien para efectuar un triaje que defina si el paciente precisa ser atendido de forma inmediata o puede esperar. Esto haría que acudieran a los servicios de Urgencias sólo las personas cuyos médicos les han recomendado que lo hagan, junto con un informe preliminar en la historia clínica electrónica del paciente.
b) Monitorización a domicilio. Las personas con patologías que precisan de monitorización frecuente (diabéticos, hipertensos, personas con problemas cardiovasculares, enfermedades pulmonares crónicas, etc) podrían hacerlo ellos mismos y remitir los datos automáticamente al médico, o incluso estar bajo monitorización continua. Cualquiera que haya pasado por la experiencia de llevar un holter durante 24 horas para la realización de un electrocardiograma continuo puede imaginar que sería mucho más sencillo hacerlo con una prenda de vestir que tuviera los sensores adecuados y emitiera una alarma remota si algo no funciona bien. Esa tecnología existe, y la llegada de las redes móviles 5G puede ser el paso definitivo para convertirla en algo cotidiano. Del mismo modo, hay investigaciones muy avanzadas que permiten obtener algunos resultados analíticos a partir de la composición del sudor, algo que podría detectar un sensor incorporado en un smartwatch. e incluso la realización de análisis básicos de sangre a partir de una sola gota o diagnosticar patologías del tracto digestivo mediante una pastilla con una nanocámara que transmita las imágenes vía WiFi o 5G.
¿Por qué la pandemia de COVID-19 va a acelerar la implantación de la eHealth?
Pues por la ecuación coste-beneficio y, sobre todo, por el factor tiempo. Reorganizar el sistema sanitario lleva tiempo y consume muchos recursos, del mismo modo que la construcción de hospitales es extremadamente cara. Por tanto, es muy probable que la Atención Primaria cobre mucho más protagonismo a partir de ahora y que muchos servicios que están centralizados en los grandes hospitales, como el diagnóstico por imagen o los análisis clínicos, empiecen a llegar a los centros de primera línea, porque es la única manera de descongestionar los hospitales de forma rápida, dejando éstos para la realización de las pruebas y los análisis más complejos. La eHealth puede mejorar la calidad y la agilidad de la atención sanitaria sin disparar los costes, sino al contrario.
Veremos ampliarse la dotación de las unidades de hospitalización a domicilio sobre todo para enfermos crónicos, con servicios de enfermería que podrán conectarse con los médicos en tiempo real. A nivel interno, la eHealth permite ya la interconsulta entre especialistas, algo que avanzará todavía más. La inteligencia artificial cobrará más protagonismo en la gestión hospitalaria para aprovechar al máximo los recursos disponibles, desde los quirófanos a la gestión de citas y la ocupación de camas. Las revisiones y consultas de rutina empezarán a hacerse a distancia, sencillamente porque llevan menos tiempo.
Todo esto redundará en nuevos modelos sanitarios que pueden ser implantados de forma rápida y flexible, agilizando la toma de decisiones del personal médico al tiempo que permiten mejorar la calidad de la atención que recibe el paciente. Por supuesto, plantea desafíos en materia de privacidad y gestión de datos que pueden y deben ser resueltos. Todos los médicos coinciden en que el diagnóstico precoz evita muertes y estancias hospitalarias. ¿Y si las herramientas de diagnóstico precoz las lleváramos encima o las tuviéramos en casa? Hay una revolución sanitaria en marcha, y ha llegado el momento de pisar el acelerador.