¿Qué puede hacer una correduría de seguros para luchar contra el cambio climático?

 

cambio-climtico-2Que el calentamiento global es una realidad ya nadie lo discute. La Tierra se calienta, y lo hace a un ritmo nunca visto desde que existen registros de temperatura.

El siguiente gráfico muestra la evolución de las temperaturas medias en la superficie de la tierra (rojo) y en la del mar (azul) desde la era preindustrial (1880). Es llamativo que, mientras la anomalía positiva en la temperatura de la superficie de los mares ronda los 0,5 ºC, la de la superficie de la tierra firme se dispara hasta casi los 1,5 ºC. El resultado ya lo estamos viendo: olas de calor cada vez más intensas y frecuentes, disminución de las lluvias (y concentración de éstas en forma de lluvias torrenciales) y una afectación general de los ecosistemas, empezando por los más vulnerables a los cambios de temperatura: los insectos. Diversos estudios realizados a lo largo del mundo cifran el promedio de pérdida del número total de insectos en un estremecedor 2,5% anual.

gráfico cambio climático 1

Existe un aplastante consenso científico (aunque sigue habiendo voces que lo niegan) que relaciona directamente el cambio climático con la actividad humana, y más concretamente con las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de los que el dióxido de carbono producido en cualquier tipo de combustión es el mayoritario, aunque el metano, cuyos niveles en la atmósfera tampoco dejan de subir, contribuye al calentamiento global en alrededor de un 20%.

Si vemos la evolución de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, veremos que la gráfica tiene una directa relación con la de temperatura:

 gráfico cambio climático 2

La concentración de CO2 en la atmósfera de la Tierra se ha mantenido en un ciclo más o menos constante de subidas y bajadas durante los últimos 8000.000 años, en que los picos nunca han superado las 300 partes por millón. Sin embargo, la actividad humana ha hecho que la gráfica evolucione prácticamente vertical en las últimas décadas, superando ya las 415 partes por millón.

Cualquier organismo que realice la fotosíntesis (plantas, algas o bacterias) utiliza el CO2 del aire o el disuelto en el agua para, con ayuda de la luz, fabricar materia orgánica y liberar oxígeno como residuo. Es decir, las plantas son sumideros naturales de dióxido de carbono, ya que ayudan a retirar dióxido de carbono de la atmósfera y fijarlo en el suelo.

Estamos entrando en estado de emergencia climática

La Humanidad se encuentra ante el que probablemente sea el reto más complejo de toda su existencia: la emergencia climática. Detener el cambio climático para que no vaya a más y tenga consecuencias funestas en un futuro cada vez más cercano se ha convertido en una responsabilidad colectiva a la que las empresas, sea cual sea la actividad que desarrollemos, no podemos ser ajenas. El calentamiento global nos está afectando ya, pero irá a más si no hacemos nada para evitarlo. No se trata sólo de la subida del nivel del mar, sino del riesgo de un colapso global de los ecosistemas y con ellos de nuestra forma de vida. Más calor, menos lluvias, menos agua potable, menos alimentos, más incendios y más devastadores… la lista de consecuencias pone los pelos de punta. Debemos actuar y debemos hacerlo ya, si queremos poder mirar a nuestros hijos a la cara dentro de pocas décadas y no sentir vergüenza cuando nos digan: “si sabíais lo que iba a pasar, ¿por qué no hicisteis nada para evitarlo?”.

Además, la UE ya ha dejado claro que la lucha contra el cambio climático es una prioridad absoluta en los próximos años, por lo que es esperable que la legislación europea se endurezca mucho en este aspecto. Contaminar nos va a salir extremadamente caro, no sólo en el plano medioambiental, sino también en el económico. Se trata, para las empresas, del principal eje de su responsabilidad social empresarial. Muchas ya se han puesto a ello, pero se trata de un problema en el que todos debemos colaborar.

Cómo combatir el cambio climático desde una correduría de seguros

Una correduría de seguros se encuadra dentro del sector de las empresas de servicios. Su actividad es principalmente de oficina, por lo que no requiere costosas inversiones en ajustes de medios de producción o maquinaria para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación en general. El principio básico que debemos tener siempre en mente a la hora de afrontar este tema es: “Deja el planeta exactamente igual que lo encontraste, si no mejor” Y para eso, usaremos la antigua (pero eficaz regla de las “3 R”, a la que le añadimos una C al principio: Calcular, Reducir, Reutilizar y Reciclar.

a) Calcular

Lo primero que debemos hacer antes de poner en marcha nada es calcular y medir. No podemos actuar de forma eficaz sobre lo que no puede medirse, pero afortunadamente ejercemos una actividad en la que la medición de las emisiones está directamente relacionada con el consumo de recursos. Aquí tienes una pequeña guía:

  • Consumo eléctrico: Con una tarifa eléctrica normal, las emisiones de CO2(1) son de 0,65 kg por Kwh consumido (en la Península).
  • Consumo de gas natural: 2,2 kg/m3
  • Consumo de agua potable: 4 kg/m3 (incluye el ciclo del agua en su totalidad)
  • Consumo de papel: 3,3 kg/kg de papel común
  • Km realizados en vehículo diésel: 0,18 kg/km(2)
  • Km realizados en avión: 0,28 kg/km
  • Km realizados en tren: 0,014 kg/km

(1) Las emisiones están expresadas en kg equivalentes de CO2

(2) Estimaciones promedio. Deben consultarse las especificaciones de cada vehículo para saber las emisiones exactas.

Aunque existen numerosas herramientas para el cálculo de emisiones de CO2, una de las más sencillas y al tiempo más completa es la publicada por la Cámara de Comercio de Zaragoza, ya que se trata de una hoja de cálculo que puede descargarse aquí.

Una correduría de seguros, además de los consumos especificados arriba, consume más cosas (material de oficina diverso, ancho de banda de internet, materiales empleados en obras y reformas, etc..) pero no podemos abarcarlo todo, por lo que es mejor centrarse en aquellos consumos que se realizan a diario y que supondrán la gran mayoría de nuestras emisiones.

b) Reducir

Si queremos reducir nuestras emisiones, comencemos por reducir el consumo de suministros: Podemos reducir mucho la factura eléctrica si cambiamos toda la iluminación por Leds (ahorramos el 90% sobre la iluminación convencional). Aún podemos ahorrar más si instalamos reguladores de la intensidad de la luz y detectores de movimiento en pasillos y cuartos de baño.

Otro aspecto fundamental en el que podemos incidir es el origen de la energía. Aquí, lo más simple es contratar una tarifa que nos garantice que la procedencia de la energía eléctrica es 100% renovable. Dado que toda la red eléctrica está interconectada, lo que en realidad significa es que por cada kWh que consumamos, la compañía eléctrica comprará e inyectará en la red un kWh de fuentes renovables, lo que disminuye drásticamente nuestras emisiones. Aún podemos ir más allá si decidimos producir nuestra propia energía limpia mediante paneles solares, algo para lo que tendríamos que contar (y si es posible, implicar) con la comunidad de propietarios del edificio.

En cuanto al consumo derivado del acondicionamiento de aire y la calefacción, es imprescindible que regulemos la temperatura de acuerdo con las condiciones exteriores. Mantener la temperatura constante a 22 ºC en invierno y verano no es una buena idea. Todo depende de la temperatura exterior, pero una temperatura de 24 ºC en verano es perfectamente fresca, mientras que una temperatura de 19 ºC en invierno es confortablemente cálida. Lo que carece de sentido es que pasemos frío en verano y tengamos calor en invierno en nuestro lugar de trabajo si llevamos la ropa adecuada a cada estación.

En cuanto al consumo de papel y otros suministros, reducirlos es cuestión de voluntad. Cualquier oficina moderna dispone de los medios para prescindir casi totalmente del papel en sus operaciones internas, y casi lo mismo en las comunicaciones con clientes.

Por último, en el apartado de desplazamientos, si tu oficina está en una ciudad lo que te recomendamos encarecidamente es que utilices el transporte urbano. En caso de que sea necesario utilizar el vehículo, contemplar alternativas como el vehículo eléctrico y los vehículos híbridos es una alternativa recomendable.

c) Reutilizar

No deberías tirar ningún papel si tiene partes en blanco. La reutilización consiste en dar una segunda vida a cualquier elemento. Antes de tirar algo, pregúntate si puede ser utilizado para otra cosa. Las cajas de suministros pueden convertirse en archivadores, y los rollos de cartón del papel higiénico tienen miles de usos en una oficina, por poner dos ejemplos. La imaginación al poder.

d) Reciclar

Todos los desechos deben ser adecuadamente separados y depositados en los contenedores que les corresponden. No mezcles la basura, o complicarás mucho su reciclaje y habrá que gastar más energía y recursos para ello. Lo único que debe ir al contenedor orgánico es la basura orgánica.

La sostenibilidad es un factor cada vez más importante para los clientes

Todo lo anterior debe formar parte de una política de protección medioambiental definida, con objetivos de reducción claros y debe ser de acceso público a través de tu web. Cada vez más clientes están muy concienciados con este tema y es importante para ellos saber que trabajan con empresas comprometidas en la lucha contra el cambio climático. Además, esto tiene una doble vertiente en el caso de las corredurías de seguros. Por un lado, para que los clientes nos elijan a nosotros y por el otro, podemos introducir el factor medioambiental como un elemento más a la hora de asesorar al cliente para que contrate un seguro con una compañía aseguradora u otra. Es muy sencillo: las aseguradoras que tienen un compromiso de reducción de emisiones de CO2 (cada vez son más) lo hacen público a través de sus webs corporativas. Conocer a las compañías también implica saber cuál es la política medioambiental de cada una.

Como conclusión: el compromiso con la lucha contra el cambio climático es una responsabilidad colectiva. Convertirnos en una empresa responsable con el clima no supone incrementos de coste (más bien al contrario) y sí nos permite ganar clientes para los que este tema es importante, además de saber que estamos haciendo todo lo que está en nuestra mano. Es hora de actuar. ¿Te sumas?