En el anterior post de esta serie hablábamos del ahorro en gastos básicos, que normalmente es lo más complicado al tratarse de gastos imprescindibles. Hoy hablaremos de ahorrar en gastos personales, que es donde reside la mayor parte de nuestra capacidad de ahorro.
Recuerda que tenemos un objetivo: conseguir ahorrar el 20% de lo que ingresamos. Los gastos personales son la clave de bóveda que sustenta toda nuestra estrategia de ahorro. Antes de entrar en materia, debemos tener claro qué entendemos por gastos personales.
¿Cuáles son los gastos personales?
Dentro de la categoría de “gastos personales” englobaremos todos los gastos que no son gastos básicos. Es decir, aquellos que, a priori, no son imprescindibles para vivir. Dentro de la estrategia 50/30/20 (recuerda: 50% en gastos básicos, 30% en gastos personales y 20% en ahorro) los gastos personales suponen aproximadamente la tercera parte de lo que gastamos. O, al menos, no deberían superar esta cantidad.
Si hablamos de gastos personales, los podemos englobar en varias categorías:
a) Relacionados con nuestra imagen y cuidado personal: Ropa, calzado, complementos, peluquería, estética, gimnasio y deportes…
b) Telefonía, internet y comunicaciones
c) Cultura y entretenimiento: Actividades culturales, cine, teatro, conciertos….
d) Ocio, tiempo libre y relaciones sociales: Gasto en bares y restaurantes, ocio nocturno, viajes, regalos, hobbies y aficiones
e) Accesorios del hogar y decoración
f) Servicios digitales: Suscripciones a TV de pago, servicios de streaming de música, prensa digital, otros servicios digitales de pago
g) Otros gastos
Ojo, que hablemos de “gastos no imprescindibles para vivir” no significa que podamos reducir estos gastos a cero. Obviamente, tenemos que vestirnos, relacionarnos socialmente, comunicarnos y entretenernos… pero eso no significa que tengamos vía libre para gastar en estos conceptos todo lo que no gastamos en gastos esenciales. Se trata de reducir gastos superfluos y de ahorrar, no de vivir como ermitaños en una cueva.
¿Cómo ahorrar en gastos personales?
En primer lugar, si queremos controlar nuestros gastos tenemos que ser capaces de medirlos. No podrás ahorrar nada si no sabes cuánto gastas en cada cosa. Por eso es necesario que llevemos una contabilidad doméstica y sepamos con la mayor precisión posible en qué gastamos nuestro dinero. Precisamente en el apartado de gastos personales, que no suelen ser gastos fijos mensuales, es donde debemos esforzarnos más para llevar un control estricto del gasto.
Antes de entrar a analizar cada gasto, debemos tener la visión global. Hacer bien las cuentas puede depararnos muchas sorpresas: sólo con este cálculo podemos descubrir que el 50% de nuestros gastos personales se van en ropa o que gastamos en comer fuera mucho más de lo que pensábamos.
Los gastos personales están íntimamente ligados a nuestro estilo de vida, por lo que es complejo hacer generalizaciones sobre si debes gastar más en ropa o menos en actividades de ocio. Cada persona es distinta y decide en qué quiere gastar su dinero, pero si queremos ahorrar debemos tener claro que es aquí donde más vamos a meter la tijera.
Hay varias señales de alarma que nos indican que estamos teniendo un gasto no sostenible:
1. Financiar gastos personales con crédito. Bien sea a través de tarjetas de crédito (con intereses increíblemente altos) o con créditos al consumo, es un error muy grave dejarnos llevar por los cantos de sirena de las entidades financieras que nos animan a gastar más de lo que tenemos. Se trata, literalmente, de pan para hoy y hambre para mañana. Un crédito sirve para financiar una inversión a la que no podemos hacer frente con nuestros ahorros (por ejemplo, la compra de una vivienda, un vehículo o afrontar reformas en casa) pero nunca debe servir para financiar gastos comunes, o no seremos capaces de ahorrar jamás.
2. Comprar compulsivamente. Como ya dijimos en el post anterior, vivimos en un mundo en el que se nos bombardea con mensajes para que gastemos más. Que algo sea barato o esté de oferta no significa que realmente lo necesites. A no ser que tu nivel de vida sea muy alto (y puedas pagártelo) ir de compras no debería ser una alternativa de ocio ni una salida para afrontar el estrés. Si ir de compras te relaja, piensa que todo el sistema está construido para que te sientas así, pero que se trata de una sensación pasajera. Si te das cuenta de que no puedes controlar tus impulsos de compra, debes buscar ayuda profesional porque probablemente tienes un problema que no quieres afrontar.
3. Tener muchas cosas que no utilizas. Si tu armario está lleno de ropa que apenas te pones, si tienes gadgets en casa que no usas o te has gastado 1.000 € en un teléfono móvil que sólo usas para hacer y recibir llamadas, charlar en WhatsApp y navegar por internet, es posible que estés gastando mucho más de lo que debes.
Consejos para ahorrar en gastos personales
Veamos ahora algunos consejos sobre cómo ahorrar en los distintos capítulos de gastos personales:
a) Gastos en ropa, imagen y cuidado personal
Este es el punto en el que más nos cuesta ahorrar a la mayoría. Casi todos tenemos un montón de ropa y complementos que hemos comprado, utilizado pocas veces y no nos hemos vuelto a poner. La clave (es más fácil decirlo que hacerlo) es simple: compra sólo lo que necesites. Hazte esta pregunta: ¿cuánto gasté en ropa el año pasado? ¿Qué % de mi presupuesto anual se ha ido en este capítulo? La mayoría de nosotros podemos tener fácilmente la mitad de ropa que tenemos sin que nuestra imagen personal se resienta lo más mínimo. Algunos consejos relacionados con esto:
- No te vuelvas loco/a con las rebajas. Que un producto esté a mitad de precio no significa que lo necesites. Está bien que aproveches rebajas y descuentos para gastar menos, pero no sirve de nada si esa es la excusa para comprar más.
- Practica la sustitución. La capacidad de tu armario no es infinita y tus necesidades tampoco lo son. ¿Cuántos pares de zapatos necesitas tener y para qué usos? Lo mismo con el resto de prendas de vestir. Si tienes un número estable, compra para sustituir lo que ya no puedes o quieres usar, pero no para acumular. Tener más ropa no va a hacer que tengas mejor estilo.
- Vende lo que ya no uses y esté en buen estado. El valor residual de la ropa usada no es cero. Cada vez hay más apps, webs y marketplaces en las que puedes vender lo que ya no usas y recuperar una parte del dinero que gastaste en esas prendas. Además, ayudarás a la sostenibilidad fomentando la economía circular.
- Apúntate a la slow fashion. Es decir, no compres prendas muy baratas que sólo van a aguantar 3 o 4 lavados, porque a final de año habrás gastado lo mismo que si hubieras comprado ropa de mejor calidad. Ten un fondo de armario de prendas básicas, duraderas y lo más atemporales posible. Tu estilo personal dependerá de cómo las combines y qué complementos lleves con ellas.
- Ojo con los reclamos pretendidamente científicos. Las grandes marcas se pasan la vida sacando innovaciones revolucionarias que al final no lo son tanto o usan un lenguaje falsamente científico: desde “reparadores del ADN” al “agua micelar” o “reforzadores del sistema inmune de la piel” … que luego en la letra pequeña dicen que funcionan en un 20% de los casos o menos. En muchas ocasiones no hay un estudio científico independiente y validado que respalde esas afirmaciones, que en general son puro marketing. Mucha de la cosmética de marca blanca que puedes encontrar en un supermercado ofrece resultados iguales o mejores y tienes un montón de webs donde recabar más información sobre ello. Lo mismo sucede con otros complementos relativos al cuidado del cabello o que aportan pretendidos beneficios para la salud que ni de lejos son tales. Infórmate bien antes de comprar. Recuerda: la publicidad NO es información completa.
b) Gastos en telefonía, internet y comunicaciones
Aquí podemos distinguir dos categorías: los servicios de las operadoras y los aparatos.
- Aparatos: Piensa que la vida útil de un teléfono móvil difícilmente supera los dos años. Con el ritmo frenético de nuevos lanzamientos y avances tecnológicos, un teléfono que compraste hace dos años, con 4G y lo último en prestaciones, ya está obsoleto. ¿Merece la pena pagar una fortuna por algo que, en 2 años, a lo sumo 3, va a quedarse anticuado? De todas las funciones que tienen los aparatos de alta gama, ¿cuántas necesitas realmente? ¿En serio vas a endeudarte por tener lo último de lo último?
- Servicios de las operadoras: Contrata lo que realmente necesites y no te cases con nadie. Siempre es mejor firmar contratos sin permanencia, que te permitirán cambiar de compañía si alguna tiene una oferta mejor o que se adapte más a tus necesidades. Está muy bien tener 500 Gb de velocidad de internet en casa, pero ¿tu consumo de internet requiere de esa velocidad? Sólo si sois muchos en casa con muchos aparatos conectados a la vez y haciendo un uso intensivo (por ejemplo, ver dos o tres series al mismo tiempo en dispositivos distintos) puedes necesitar una velocidad tan alta.
- Revisa tus contratos de comunicaciones al menos dos veces al año. No dudes en cambiar de operadora cuantas veces sea necesario, siempre mantendrás tu número y el cambio de operador es muy rápido (la ley les obliga a ello).
- Lo que vale para los móviles vale para tu TV o tu ordenador. Una megapantalla en un salón pequeño y a poca distancia no te aporta nada relevante, lo mismo que comprarte una tele en 8K, cuando la mayoría de canales ni siquiera emiten en 4K. Para cuando esa tecnología se generalice, tu tele ya se habrá quedado obsoleta.
- Asegura tus dispositivos más caros. Un seguro que cubra los accidentes o roturas no te supondrá un incremento muy grande en el precio y te ahorrará muchos disgustos. Recuerda que los costes de reparación de estos dispositivos acostumbran a ser muy altos, tanto como para que te plantees si no será mejor comprar uno nuevo, con la consiguiente generación de residuos y el coste para tu bolsillo.
c) Gastos en cultura y entretenimiento
Ahorrar en este capítulo depende muchísimo de tus inquietudes personales. Para muchas personas ir al teatro, al cine, a un concierto o llevar a los niños a un parque de atracciones es algo irrenunciable. Simplemente plantéate lo que gastas en estos conceptos cada año y si realmente puedes permitírtelo sin tener que recortar tu capacidad de ahorro. Recuerda que vas a tener que ahorrar para el futuro sí o sí, y que las perspectivas respecto del sistema de pensiones no son nada halagüeñas para la mayoría. Hay mucha vida tras la jubilación y hay que tener recursos para poder disfrutar de ella. Busca siempre un equilibrio entre ingresos y gastos que te deje margen de ahorro.
d) Gastos en ocio y tiempo libre
En España tenemos una cultura de la diversión y el ocio muy ligada a dos aspectos: el gasto en hostelería y los viajes. Lo cual está muy bien, ya que son sectores que contribuyen significativamente a la economía y el empleo. Pero empieza mirando por ti mismo y por las alternativas disponibles.
- Si te gusta viajar recuerda que, si tienes la posibilidad de elegir tus vacaciones, la temporada alta es el peor momento para hacerlo en la mayoría de destinos. Te encontrarás con precios más caros y masificación que no encontrarás en temporada baja, con lo que disfrutarás más de tu viaje y gastarás menos.
- Descubre el encanto de lo que tienes cerca. A veces la mejor playa, el hotel con encanto perfecto para una escapada o la ciudad más agradable para un fin de semana no tienen por qué estar a miles de kilómetros. Lo disfrutarás igual, ahorrarás dinero y contaminarás menos.
- Cuando salimos en grupo, sea de viaje, a comer o cenar o de copas, siempre tendemos a adoptar el comportamiento de quienes tienen más recursos que nosotros. En muchos casos nos da vergüenza admitir que ese restaurante fantástico al que nos proponen ir es muy caro para nuestro bolsillo y hacemos un esfuerzo que luego nos pasa factura.
- Adopta las buenas costumbres de otros países. En España somos muy de “pagar a escote” y de pedirlo todo para compartir. En general, suele ser una fórmula en la que siempre hay alguien que sale perdiendo, además de que acabas comiendo más de lo que pensabas. Tu salud y tu bolsillo te agradecerán que cada uno pague lo que consume, que es la fórmula más justa.
- No tengas ningún reparo en pedir que te preparen para llevar lo que no has consumido. ¿Por qué vas a tirar comida? La legislación española obliga a los establecimientos de hostelería a que te envasen para llevar lo que no te comas en el momento.
- Reconecta con la naturaleza, es gratis. Pasear por espacios naturales, hacer un picnic (eso sí, déjalo todo como estaba y llévate contigo la basura que generes), salir de ruta de senderismo… tienes infinitas posibilidades que te costarán poco o nada y además ayudarán mucho a mejorar tu salud física y mental.
f) Servicios y suscripciones digitales
Netflix, Amazon Prime Video, HBO, Disney+, Movistar+, Filmin y otros muchos servicios de TV de pago se han convertido en habituales en nuestras casas. No es raro que en un mismo hogar convivan varias plataformas distintas. Ahí también podemos ahorrar.
- Paga sólo por los meses que uses. Planifica las series o contenidos que quieres ver para ver todas las novedades en un mes en la misma plataforma. No pasa nada porque esperes otro mes para cambiarte a otra y ver otros contenidos. Al fin y al cabo, cuando acaba una temporada de una serie tienes que esperar un año para ver la siguiente. ¿Por qué pagar 2 o 3 suscripciones distintas si puedes ver cada mes las series de una plataforma distinta?
- Comparte suscripciones con tus amigos. En determinados servicios o suscripciones se pueden crear perfiles distintos y pueden visionarse varios contenidos a la vez en dispositivos distintos. Esto te permite que más de un hogar se beneficien de la misma suscripción y paguen a medias los servicios.
- Paga por lo que realmente usas. Las operadoras de telecomunicaciones están obsesionadas por ofrecernos paquetes integrados que incluyen canales de TV de pago. Haz números y contrata lo que realmente vayas a ver. Tener 80 canales de TV está muy bien, pero si sólo los usas para ver un documental a la hora de la siesta y quedarte sopa en el sofá, no merece la pena pagar por ello.
- ¿Necesitas un teléfono fijo? Ahora que prácticamente todos tenemos móvil, ¿tiene sentido tener un teléfono fijo en casa y pagar por ello cada mes? Ya hay muchas operadoras que ofrecen paquetes en los que no es obligatorio tener una línea fija.
g) Otros gastos
Es fundamental que hagas números y que esos números sean anuales. Hay multitud de pequeños gastos que mensualmente nos parecen muy poco, pero son pequeños mordiscos a nuestra capacidad de ahorro. Lo mismo sucede con los “imprevistos”. Si hacemos el cómputo anual, excepto en casos de accidentes o problemas graves (de los cuales muchos de ellos deberías tener cubiertos con un seguro) veremos que la cantidad en esos gastos pequeños e imprevistos es siempre la misma cada año. Ahí es donde debes pensar qué esfuerzo estás dispuesto a hacer.
Conclusión: Ahorrar es posible si cambias tus hábitos
En muchos casos, ni siquiera se trata de un gran esfuerzo, sino de un cambio de hábitos. Excepto en casos de personas con ingresos muy bajos, siempre hay capacidad de ahorrar, sólo tenemos que adaptar nuestro nivel de vida a nuestros ingresos y hacer un hueco en nuestro presupuesto para el ahorro.
Es importante recalcar que vivimos en un mundo que nos crea constantes “necesidades” que no son tales, sino fruto del marketing. Esa constante necesidad de comprar, de acumular cosas nuevas y deshacerse de las viejas, no es sostenible desde el punto de vista económico ni desde el ambiental, ni desde (y no es menos importante) el de nuestra salud mental.
Como especialistas y asesores en seguros, nuestra principal preocupación es que nuestros clientes tengan sus riesgos bien cubiertos. Eso ya implica evitar desembolsos imprevistos ante cualquier accidente. Si fuéramos capaces de analizar el coste de esos accidentes imprevistos a lo largo de un periodo más largo de tiempo (por ejemplo, 10 años) veríamos que un seguro siempre ahorra dinero a quien lo contrata.
El ahorro también es parte de esa seguridad. Vivimos en un mundo lleno de incertidumbres, desgraciadamente lo hemos comprobado todos en el último año. Aprovechemos el parón que ha supuesto la crisis del covid-19 para reiniciar nuestra vida con otros criterios. Es el mejor momento para hacerlo.