En todas partes oímos hablar de las virtudes del ahorro: desde contar con un colchón financiero para imprevistos a ahorrar para la jubilación y muchas otras cosas que no creemos necesario repetir. El problema se plantea cuando queremos ahorrar y no somos capaces de hacerlo. Iniciamos hoy una serie de posts sobre economía doméstica con la idea de ayudarte a conseguirlo y empezaremos, valga la redundancia, por el principio: tener un presupuesto doméstico.
Un presupuesto es una previsión de ingresos y gastos. El ahorro disponible será el resultado de restar los gastos a los ingresos. Esa parte, la de los ingresos, la tenemos más o menos clara, pero pueden darse dos casos:
a) Tu retribución es fija. Salvo imprevistos, ya sabes lo que vas a ingresar mes a mes durante todo el año, incluidas las pagas extras si no las tienes prorrateadas. Es el caso de la inmensa mayoría de trabajadores por cuenta ajena.
b) Tienes ingresos variables (autónomos, empresarios o asalariados con parte variable en su retribución)
Con los gastos sucede lo mismo: tenemos unos gastos fijos y otros variables. Aunque parezca un sudoku imposible de cuadrar, vamos a ver de qué forma podemos hacer que nuestras finanzas domésticas estén un poco más claras.
Elaborando nuestro presupuesto doméstico
Convierte los ingresos y gastos variables en fijos. Que algo sea variable no quiere decir que sea imprevisible. El problema es cómo medimos y miramos esos ingresos y gastos. Si lo hacemos mes a mes nos resultarán casi imposibles de cuadrar y no habrá forma de tener un presupuesto doméstico. ¿Y si lo hacemos anualmente? Veamos algunos ejemplos, tanto por el lado de los ingresos como de los gastos:
1. Ingresos
Tus retribuciones varían mes a mes, pero… ¿lo hacen año a año? Si echamos la vista atrás veremos que, salvo en años excepcionales de crisis económica (y el año de la pandemia de 2020-2021 es un buen ejemplo) nuestros ingresos anuales suelen mantener una cierta estabilidad. Precisamente el ahorro está para cubrir los déficits de esos años malos, aunque hablaremos de esto más extensamente en otro capítulo. Por tanto, nuestros ingresos anuales esperables son el resultado de dividir el promedio de ingresos anuales de los últimos 3 años entre 12 meses. Es decir, que si en los últimos 3 años tus ingresos anuales netos, sumando todos los conceptos, son de 24.000 euros, nuestros ingresos mensuales esperables serán de 2.000 euros mensuales. Esto elimina la variabilidad de las pagas extras o de los periodos sin ingresos si encadenas trabajos temporales.
2. Gastos
Con los gastos sucede lo mismo: mirándolos mes a mes observamos una enorme variabilidad. Pero fíjate mejor y verás que los meses con más gasto suelen ser siempre los mismos:
- Coste de la calefacción en invierno (y de aire acondicionado en verano si vives en zonas calurosas) que dispara nuestro consumo energético.
- Gastos de vacaciones, generalmente en verano.
- Si tienes hijos, en septiembre tendrás un pico de gasto por la vuelta al colegio.
- Navidad y rebajas son periodos con incrementos de gasto.
- Los impuestos y tasas como el IBI, impuestos de vehículos, IRPF (que puede ser un gasto o un ingreso según si la declaración de la renta te suele salir a devolver o a pagar)
- Los seguros de hogar, coche, decesos, etc., que suelen pagarse una vez al año
- Las averías y reparaciones menores de tu vivienda (si no tienes un buen seguro de hogar que minimice este coste)
Todos estos gastos son variables, pero no imprevisibles. Por ejemplo, el coste de la calefacción no tiene grandes variaciones de un año a otro. El precio de la energía puede subir, pero no sube un 50% y esa subida puede estimarse. Lo que nos gastamos en vacaciones viene a ser más o menos lo mismo cada año. Nuestro gasto en compras de ropa, mobiliario, decoración o electrónica, por ejemplo, también suele ser similar cada año… y así con todo lo demás.
Además, tenemos gastos que sí son fijos cada mes o que tienen variaciones mínimas:
- Gasto de vivienda (hipoteca o alquiler) y comunidad de propietarios.
- Amortizaciones de créditos o financiaciones (vehículo, créditos para renovación o reformas del hogar…)
- Telefonía, internet y televisión de pago.
- Alimentación y limpieza.
- Recibos de suministros como el agua y la electricidad (si tu calefacción es de gas tu gasto en electricidad no variará enormemente de un mes a otro)
- Gasto en hostelería y ocio sin contar vacaciones (tampoco suele variar mucho de un mes a otro)
- Gastos de nuestros hijos y otros familiares a nuestro cargo.
- Gastos financieros (comisiones y gastos que nos cobra nuestro banco)
- Tabaco (un gasto importante si eres fumador)
Lo que debemos hacer es sumar todos los gastos del año pasado y añadirles entre un 5 y un 10% de incremento por posibles subidas y gastos difíciles de computar. Ese importe lo dividimos entre 12 meses y ese será nuestro gasto mensual.
Observarás que no hemos incluido gastos de tarjeta de crédito. Si ya la has usado, debes incluir la cuota anual, pero te dejamos una regla de oro: tienes que evitar a toda costa financiar gastos comunes con tarjeta de crédito, o adiós a tus posibilidades de ahorrar.
Un presupuesto doméstico te obliga a tomar nota y llevar una contabilidad de todos los gastos, lo que tiene un efecto colateral interesante: te lo pensarás dos veces antes de hacer un gasto superfluo.
¿Cuál es mi capacidad de ahorro?
La capacidad de ahorro de una persona o una familia es la diferencia entre ingresos y gastos mensuales en su presupuesto doméstico. Es decir, si después de hacer todos estos cálculos (te recomendamos que uses una hoja de cálculo donde guardarlos o alguna de las apps móviles para controlar tu presupuesto) resulta que tus ingresos netos mensuales son de 2.000 euros y tus gastos de 1.800, no significa que puedas gastarte alegremente 200 euros más, sino que tu capacidad de ahorro es del 10% de tus ingresos, lo cual estaría por encima del ahorro medio de los españoles, cifrado por distintos estudios en alrededor del 7%, pero por debajo del objetivo deseable, que esos mismos estudios cifran en el 20%.
La regla que debes tener en cuenta en tu presupuesto doméstico es la del 50/30/20: 50% para gastos básicos, 30% para gastos personales y 20% para ahorrar.
Es posible que después de elaborar tu presupuesto doméstico te des cuenta de que tu capacidad de ahorro es muy pequeña o incluso que tus gastos están por encima de tus ingresos. En el siguiente post de esta serie te contamos qué puedes hacer para solucionarlo.